sábado, 6 de noviembre de 2010

La mente en las artes marciales

Aunque ya sea un tópico más que repetido, no deja de ser cierto...y olvidado: el ser humano se compone de cuerpo, mente y espíritu, al que a partir de ahora llamaré corazón, al menos en esta reflexión, ya que, cuando hablamos de espíritu solemos pensar en algo más bien etéreo, informe e incluso en algo relacionado únicamente con la religión y/o la filosofía...sin embargo, aunque lo anterior no es falso, a menudo olvidamos que el espíritu tiene que ver también con sensaciones más viscerales y hasta biológicas que a veces damos de lado cuando queremos poner en paz nuestras emociones, pero que no dejan de ser igualmente importantes al nivel de las más almáticas. Por lo tanto cuando uso el término corazón, trato de aunar al mismo tiempo los elementos menos físicos del espíritu (sentimientos) con los más (como por ejemplo los dolores físicos causados por la ansiedad). La relación con las artes marciales y por extención con la vida misma es algo muy sencillo: en cualquier acción que hagamos desde la más cotidiana como el hablar con un compañero de trabajo hasta la menos habitual como es el subirse a un ring ponemos en juego tanto elementos físicos (respiración, miradas, gestos...), como mentales (pensamientos, procesos neurológicos...) y el corazón, estando este último regido por los dos anteriores hasta el punto de que una persona es capaz de estar libre de presión en los momentos más tensos de su vida si tiene la cabeza despejada y el cuerpo relajado o por el contrario su corazón puede estar en un puño ante la problemática más sencilla tan solo porque su mente se bloquea y su cuerpo sufre una sobretensión.
No es raro -más bien lo extraño sería lo contario a lo que voy a decir- que un luchador se sienta nervioso justo antes de salir al combate, incluso uno o dos días antes. Este nerviosismo puede ser aprovechado a favor utilizando "la adrenalina positiva" para estar más alerta ante los ataques de un adversario o lléndonos más atrás en la fecha del encuentro, el tener cierto miedo a perder y dudas en cuanto a la propia capacidad es algo beneficioso si el luchador en cuestión usa ambas sensaciones para entrenar con más ahínco poniéndo su alma entera en pulir los fallos que encuentre en su técnica y estrategia. Pero también es cierto que he conocido a buenísimos artistas marciales los cuales pierden una y otra vez -algunos incluso dejaron de salir a la palestra, echándose atrás solo unas pocas horas antes del combate-, pues su mente los bloquea: el miedo, nerviosismo, incertidumbre que es normal tener lo interpretan de una forma negativa que les lleva al punto de perder el control sobre sí mismo inundándose de esas sensaciones y obligándose a abandonar. Todos tenían algo en común: el corazón se les encogía por culpa de una ilusión...sus pensamientos. Cada uno de estos guerreros se comían la cabeza pensando en que el hombre que tendrían en frente sería superior a ellos, en que el público no estaría de su lado, en que el cansancio sería superior a sus fuerzas...perdieron en su imagincación mucho antes que en la realidad, pero la mente es algo tan curioso que a pesar de no entender apenas un tres porciento de lo que procesa tiene el poder suficiente para convertir en real lo imaginado, para proyectar los pensamientos que en ella tenemos al exomundo y convertirlos en algo tan tangible como deseemos que sean, para convertir lo irreal en real.
Podemos entrenar nuestro cuerpo hasta el punto de que nuestra fuerza, fondo, agilidad y demás aptitudes físicas sean las perfectas, tener el corazón predispuesto para aceptar cualquier reto, entrenar más horas que el resto de compañeros, tener una alimentación y una suplementación dietética idónea...pero si nuestra mente está embotada de pensamientos negativos y contraproducentes que aun siendo mentira -en principio- nos estén continuamente autoconvenciendo de que no puedo, no soy capaz, no soy tan bueno, no me lo merezco...cualquier esfuerzo caerá en saco roto porque antes de que nos venza el adversario ya estaremos derrotados por nosotros mismos.
Hain caminos muy diversos por los que podemos controlar la mente y convertirla en un útil a nuestro favor: el principal es ignorarla. Es cierto: como cualquier otro ser vivo -digan lo que digan- somos racionales, pero nuestra razón debe limitarse al aprendizaje cognoscitivo, es decir, al proceso mental que hacemos cuando por ejemplo leemos un manual de instrucciones o atendemos a una explicación...nuestra razón hace que surjan una serie de procesos pensantes mediante los cuales nos empapamos de los conocimientos que estamos recibiendo. El problema está cuando ese razonamiento o proceso pensante no lo utilizamos como un medio de asimilación, sino como un medio de creación: en lugar de usar el cerebro para procesar datos, lo usamos para crearlos y ahí radica el problema, ya que, es cuando comenzamos a crear ideas o bien directamente negativas que achantan nuestro ánimo o bien ideas excesivamente positivas que a menudo no están en concierto con la realidad, pues esta no depende únicamente de nuestros pensamientos y de ahí que a veces lleguemos a estados de decepción y/o frustración al no concordar lo que ocurre en nuestra cabeza con lo que ocurre en la realidad. Por lo tanto, la mejor manera de que nuestra mente no sea una enemiga es no desarrollar pensamientos ni ideas preconcebidas dentro de ella...y cuando estas surjan de manera inconsciente -a todos nos ha pasado que la mente pega a divagar por sí sola- dejar que esos pensamientos, que esas imágenes y sonidos que se están creando en nuestro cerebro fluyan, pero jamás debemos tratar de detenerlas, porque si no lo que estaremos haciendo es precisamente centrarnos en ellas y entraremos de nuevo en el proceso de creación. Al fin y al cabo, cuando sucede una riada nadie sensato se pondría en mitad del curso del agua a intentar frenarla, sino que se apartaría a un lado simplemente a esperar que ese agua desaparezca por sí sola.
A parte de no recrearnos en nuestras ideas mentales, ya sean agradables o no, tampoco deberemos hacer un esfuerzo consciente a la hora de actuar. Como dije en el párrafo anterior, la razón nos sirve para aprender, pero si actuamos de una manera racional, pensando todos y cada uno de nuestros gestos, golpes, palabras, miradas...lo que estaremos haciendo es entorpecer el buen desarrollo del acto que queramos conseguir y, por lo tanto, nos estaremos impidiendo conseguir el fin que deseamos. Una vez que hemos interiorizado una técnica, un nuevo dato ¿porqué demonios pensamos en el "cómo se hace" mientras lo hacemos? A la hora de actuar debemos hacerlo de forma intuitiva, rozando la inconsciencia, sabiendo que los conocimientos están ahí sin necesidad de que nos centremos en ellos cuando los estamos poniendo en prática: no hay que focalizar lo que hacemos, sino el objetivo que queremos conseguir con lo que hacemos, dejando que las acciones fluyan por sí solas...después de todo, nosotros solo somos el medio de nuestros actos, pero nunca los actos en sí mismos.
Igualmente si a pesar de repetir una y otra vez la misma acción fracasamos constantemente debemos, por un lado, cambiar esa acción por cualquier otra dentro de la misma línea -por ejemplo, si no consigo partir una sandia usando el cuchillo de forma vertical lo usaré de manera horizontal- y si esto no da resultado, quizás sea la hora de cambiar de herramienta -si el cuchillo me es inútil de cuaquier manera que lo utilice, probablemente deba de utilizar un serrucho, por muy absurdo e imprevisto que me parezca-.En las artes marciales, por ejemplo en el kickboxing, sería algo así como si siendo incapaz de noquear o tan siquiera rozar a mi oponente por medio de ganchos de izquierda y de derecha, entonces será la hora de usar los directos...y si la cosa tampoco funciona, debería plantearme si no sería mejor usar las piernas contra ese adversario, por muy bien que yo utilice los puños.
Al mismo tiempo que si al embarcarnos en una empresa no teniendo éxito en esta debemos cambiar tanto las acciones que nos llevan al fracaso como las herramientas que estemos utilizando si no da resultado lo anterior, también es inútil centrarnos en el fallo, lo cual nos llevará únicamente a la ansiedad, frustración, desesperación, inactividad y, por último, a la derrota...Más bien deberíamos centrarnos en el problema que se nos ha planteado. Por ejemplo, si haciendo una multiplicación soy incapaz de resolverla, jamás daré con la solución si uso mi cabeza para darle vueltas a que "soy malo en matemáticas y no doy con el resultado"...así que es mejor usar mi cerebro para centrarme más concienzudamente en los procesos que he de desarrollar para realizar dicha multiplicación sin darle importancia al hecho de que estoy fallando. Al fin y al cabo "*en el problema está la solución".
Tampoco eschucharé voces ajenas: a menudo los luchadores oímos cosas del tipo "ganó porque el otro era un paquete", "tuvo suerte y nada más", "nunca va a ser tan bueno como...", o "es el mejor luchador del gimnasio", "te vas a fumar a ese tío", "vas a ser un gran campeón"...Tanto a unas frases como a otras hain que hacerles caso omiso: en el caso de las primeras porque a menudo las dicen personas frustradas y envidiosas que siendo incapaces de obtener los resultados que desearían, buscan hacer daño a quienes están a su alrededor para hacer realidad aquello de "mal de mucho consuelo de tontos"...y en otros casos, esas frases las dicen personas que sí tienen éxito en lo que hacen, pero están llenos de vanidad: desean sentirse más grandes de lo que son -lo cual encierra un enorme complejo de superioridad y/o falta excesiva de atención- haciendo sentirse pequeños a los demás, lo cual solo dará resutltado si le damos importancia a sus palabras. En el caso de los elogios, tampoco es bueno hacerles caso, porque a menudo lo dicen también personas frustradas que son capaces de engañar a quienes les rodean con tal de sentirse partícipes en el éxito ajeno aunque este sea una ilusión, por lo que si le prestamos atención a sus adulaciones podemos caer en una peligrosa autoconfianza ficticia y dejar de prepararnos como es debido. Si debemos escuchar a alguien es a nosotros mismos y, como vamos viendo a lo largo de este texto, más bien poquito: del ánimo y la fe, a la autocompasión y el autoengaño, hay una línea más bien estrecha.
Como vemos, ya sea para pisar un tatami y competir o para algo tan cotidiano como charlar con un amigo, debemos poner el corazón por entero, el cual está regido, sobre todo, por la mente la cual puede ser la mayor aliada o la mayor enemiga. Espero que con estas palabras si no han aprendido algo nuevo con ellas, al menos sí les haya suscitado el deseo de buscar el control de la mente, sea por el cauce que sea. Por último si me lo permiten, les dejaré una serie de consejos para apaciguar la cabeza que si bien no están contrastadas "científicamente" al menos mi experiencia me dice que, por lo menos, daño no hacen:

-Busquemos algo de tiempo -lo ideal es una hora al día- simplemente para desconectar dejando la mente en blanco, perdiendo la consciencia de todo y de todos -aún de nosotros mismos-.Se que es difícil hacerlo con las responsabilidades que tenemos y que habrán personas a las cuales no les es posible dedicarse tanto tiempo teniendo que ocuparse de un trabajo, una familia, un negocio...pero aún así intentémoslo: aunque sea mientras nos duchamos o aunque sacrifiquemos esa media horita de tele o lectura antes de dormir por ese rato en paz con nosotros mismo. En cuanto al medio es sencillo: para evitar que cualquier pensamiento nos haga presa de él, coloquémonos en la posición más cómoda que encontremos, cerremos los ojos y concentrémonos únicamente en la respiración, en notar como el aire entra por la nariz y sale por la boca.

-Procura saludar al menos a una persona diaria -cuantas más mejor- con un abrazo. El simple contacto con un ser querido hace que nos despejemos aunque solo sea por unos segundos...segundo a segundo se hace el día.

-En línea con lo anterior, busquemos hueco para acariciar o simplemente observar a un animal, aunque no tengamos mascotas...seguro que vivimos cerca de un parque lleno de palomas o cerca de un callejón con algunos gatos: echemosles de comer, veamos como actúan, oigámosles cantar...el simple hecho de distraernos un rato con los bichillos nos hará mucho bien.

-Busca la enegría del agua: se dice que tenemos unos "huecos faltos de ionización" y que el agua los rellena. No se si será por eso o no, pero si estoy seguro de que cada vez que voy a la playa y juego en el mar me siento cansado al rato, pero después de ese "malestar" me encuentro con una vitalidad mayor que antes de meterme en el agua. Quien carezca de mar, que busque un lago o un río o simplemente que se duche con agua más bien fría: verá como minutos después se siente lleno de energía.

-A diario haz como mínimo una cosa que te de miedo, sobre todo si lo que vas a hacer es propenso a dejarte en ridículo. No tienen que ser cosas como tirarse en paracaídas: bastará con tener una pequeña conversación con un desconocido si somos tímidos o con pedirle perdón a alguien si somos rencorosos. Les aseguro que el simple hecho de ir superando pequeños temores nos irá liberando cada vez más y más de nuestros prejuicios, ideas negativas, ansiedades...en definitiva, de nosotros mismos.

-De vez en cuando haz algo nuevo. Va muy en relación con la idea anterior -al fin y al cabo el mayor miedo es a lo desconocido- y, por eso mismo, basta con pequeñas cosas, como probar una nueva comida o afeitarnos del todo si llevamos con barba muchos años...si sale mal no pasa absolutamente nada: nuesta comida favorita seguirá ahí y la barba volverá a crecer.

-Lee cuanto puedas y escucha música, aunque sea un par de páginas de cómic o una melodía infantil: son dos buenas formas de desenfocar la mente y, sobre todo, de aprender.

-Cuando te sientas triste o muy solo y no tengas medios de contactar con nadie, recuerda cosas alegres que te hayan sucedido con personas con las que en la actualidad no tengas mala relación. No es negativo, como sería imaginar cosas alegres: si las recordamos es porque sucedieron y, por lo tanto, nunca van a entrar en discordancia con la realidad, por lo que no hay riesgo de meterse en un estado de decepción, frustración, etc.

-No consumas drogas, incluyendo el alcohol y el tabaco: dan una falsa sensación de placer por el "subidón" artificial de endorfinas que cuando pase te dará una gran tristeza y ansiedad. Incluso es conveniente eliminar de la dieta los refrescos y evitar todo aquello que contenga azúcar refinada.

-No creas que pierdas el tiempo dedicándote a hacer tareas repetitivas y "no productivas" como papiroflexia o hacer un solitario: te mantendrán la mente concentrada en la propia acción lo cual te ayudará a relajarte.

-Si somos religiosos recemos a diario y en caso de no serlo, simplemente desahoguemos nuestros problemas, alegrías, temores, dudas...hablando en voz alta como si nos dirigiésemos a un ser querido. Si elegimos la opción de rezar, no es necesario hacerlo de manera "prefabricada" si no nos apetece (recitar salmos, suras, mantras...): simplemente bastará con hablarle a Dios como le hablarías a un buen amigo. Es conveniente hacerlo tanto al empezar el día como al acabarlo.

-Cuidemos nuestro aspecto personal, pero por nosotros mismos: nunca cambies tu estilo de imagen por alguien ni te sientas acomplejado si no eres los suficientemente guapo. Vístete y péinate -si no eres calvo- de la forma que te haga sentir más hermoso o, como mínimo, menos feo. Nunca uses maquillaje, visutería/joyas ni mucho menos cirujía estética si te lo puedes permitir, pues son cosas que te darán una imagen falsa de ti mismo que poco a poco te irá agobiando con la idea de "ser perfecto".

-Nunca busques ser "el mejor", simplemente busca mejorar: siempre habrá quien nos supere y aunque lleguemos a ser los mejores en algo, aún después de muertos habrá quien nos venza. Simplemente haz las cosas porque disfrutas haciéndolas, sin pensar en la competitividad, aun cuando compitas: lo importante es divertirse dando el 100% del que seas capaz tú, no aquel. Después de todo la victoria y la derrota solo son conceptos y el verdadero triunfo reside en la lucha constante.

Bueno estoy seguro de que se me quedan muchas ideas en el tintero simplemente porque no las se. Espero que disfruten y que sean felices hoy.

*Cita de Bruce Lee incluida en su libro El tao del jeet kune do.

No hay comentarios:

Publicar un comentario