For
free.
Se lanzan a los plátanos podridos,
blanquecinos, amoscados igual que cerdos a bellotas: un estómago contraído
desde hace días es más poderoso que el decoro de las buenas formas…
Los gatos juegan con pescados
muertos hace una semana, ahogados por el aire, mientras los adultos –apenas han
comenzado a cargar ese adjetivo- separan los humanamente comestibles de los que
usarán como carnaza para atraer a viejas y meros hasta los anzuelos… el pan
solo llena estómagos de mamíferos con cerebro inútil en dos patas.
Ahí siguen los niños… sucios…
morenos… con ropa eterna igual que los dibujos animados… chiquillos hartos de
las frutas y verduras que sobran de las ventas: darían lo que fuese por
arrastrar en las arterias el mitológico
colesterol, símbolo de ricos que pueden permitirse carne y señal de quienes se
alimentan teniendo en cuenta al paladar por encima de los intestinos… Niños con
lomos agrietados por las costillas, con pus en los oídos porque el frasco
contra la otitis vale casi tanto como la leche del hermano pequeño… S.S. es un
cuento de viejos del ayer.
Montañas de peras, pomelos,
melocotones… rezumando jugo como mantequilla caliente por el borde de la
tostada… azúcar pura que alimenta la golosina de los hijos, que atrae a
mosquitos sin trompeta y a bocas de parados con demasiadas letras fuera de los
libros…
Cada sábado el mercado cierra hasta
la mañana del lunes y aquello que no se vende se tira a los contenedores de
detrás… las sociedades no son distintas a la relación que existe entre la
mierda de una vaca y el escarabajo pelotero: los desperdicios de los gordos son
los tesoros de los enanos… decenas de padres y madres se amontonan con sus
hijos tras el mercado esperando encontrar su trozo de boñiga con la que llenar
la despensa un par de días: alimentos que ayer pensábamos que podrían hacer
vomitar a una cabra hoy son la base de la cadena alimenticia de muchas casas en
este país.
Algunos verduleros ya saben de la
estrategia de los escarabajos y procuran hacer cagar a sus perros sobre la
mercancía, mearla, echarle raticida para así no dar más opciones que la compra
del producto: destruir unos alimentos encarece la venta de otros y en un país
donde nos anestesiamos a base de J.B. y polvos mágicos de viernes a domingo
para aguantar toda una semana sin fútbol ni bakalao, unos cuantos céntimos
valen copas en la disco… además, una norma rige en nuestro estado: ¿porqué
habría de regalar lo que tanto trabajo me cuesta conseguir?Mejor tirar a la
basura parte de mi esfuerzo a que parásitos lo aprovechen.
La policía se acerca… esta vez solo
son cuatro… suficientes… Toman a un viejo que estiraba la mano a por una piña y
entre dos le piden la documentación… el anciano no oye, no reacciona, no
comprende… vuelven a pedirle… mira a las placas tratando de averiguar la línea
que igual ley con moral… al tercer aviso pierden la paciencia y le dan un bofetón,
alguien se interpone, lo defiende, insulta a los guardias y ahí comienza la
disciplinación: dos uniformados lo reducen al suelo mientras otro se ensaña
vértebra por vértebra hasta dar con la porra en el oído… el hilillo de sangre
roja, espesa y sorda pretenden que sirva de ejemplo al resto del grupo… hace
falta un puñado de policías para reducir a padres desempleados, a estudiantes
desencantados, a trabajadores desposeídos de derechos… tan solo necesitan a un
juez amigo para liberar de culpas a terroristas y aristócratas.
“¿Porqué hacen esto?” alguien lo
pregunta con un sentimiento a caballo entre decepción, ira y tristeza… contestan
pronto: “Quienes viven explotando la necesidad no desean que sepas que tus
hijos tienen derecho a vivir gratis”.
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